1. El síndrome del oso panda (1)


    Data: 13/03/2020, Categorie: Sesso di Gruppo Autore: Vero_y_Dany, Fonte: xHamster

    ... —pregunté.
    
    Me tendió una copa, y me tomó de la cintura suavemente, conduciéndome en dirección a un tresillo de cuero inmaculadamente blanco, que ocupaba uno de los ángulos. Después hizo un nuevo viaje para traer la cubeta, que depositó en una mesita auxiliar.
    
    —Sí. Y básicamente al retrato —Y los pliegues junto a su boca que me traían a mal traer se profundizaron con su sonrisa.
    
    —Pero no tienes ninguno expuesto —argüí.
    
    Sin decir palabra, me señaló una de las paredes en la que se abrían dos puertas, y en las que efectivamente estaban colgadas algunas fotografías enmarcadas de gran tamaño, en las que no había reparado. Me acerqué con la copa en la mano.
    
    Un primer plano del rostro de un anciano con las arrugas hábilmente resaltadas por la iluminación, cuyos ojos claros miraban a la lejanía. Una mujer madura sonriente. Un niño y una niña cogidos de la mano frente al mar. Había más, pero no las vi: mis ojos quedaron prendidos en el retrato de cuerpo entero de una joven, casi núbil, completamente desnuda, que sostenía un lirio entre los dedos entrelazados de sus manos. Su cabello rubio estaba recogido en un moño, que resaltaba su esbelto cuello y la pureza de sus facciones, en las que se plasmaba una semisonrisa. Y aunque sus altos senos con los pezones erectos, y el nacimiento de su sexo no habían sido ocultados ni velados de forma alguna, el retrato irradiaba una sensación de pureza totalmente contradictoria con su falta de ropa. Me quedé embelesada mirándola ...
    ... durante mucho tiempo.
    
    —¿Te gusta? —preguntó detrás de mí—. Te presento a Helga, mi esposa.
    
    —Es… —no encontraba palabras—. Es hermoso, como una aparición. ¿Tiene nombre?
    
    —La virgen del lirio —replicó.
    
    —Creo que has sabido captar perfectamente esa idea de virginidad y pureza. La imagen atrae, pero no despierta sentimientos impuros —respondí, aún impresionada, mientras me volvía en su dirección.
    
    «Maldita sea —pensé interiormente—. Otra vez los pliegues de sus mejillas» Y es que por un instante había sentido el loco deseo de besárselos.
    
    De nuevo me condujo hacia el tresillo tomada de la cintura. Y su mano a través del liviano tejido de mi blusa era como una brasa que me encendía toda. Me senté, cuidando de que mi falda no mostrara más de lo que debía. Lo curioso es que, a pesar de lo inhabitual (para mí) de la situación, no me encontraba violenta en modo alguno.
    
    —Eres muy bueno. ¿Te va bien con la fotografía? —pregunté.
    
    Él señaló con un gesto lo que nos rodeaba.
    
    —No puedo quejarme. Tengo cierto nombre entre las agencias publicitarias, y acepto otros encargos para redondear mis ingresos.
    
    —Encargos… ¿de qué tipo? —inquirí, llevándome la copa a los labios.
    
    —Desnudos femeninos. No es pornografía —se apresuró a aclarar ante mi gesto de desagrado, que no pude evitar—. Mira, será mejor que te muestre algo de esa parte de mi trabajo.
    
    Se puso en pie, volviendo al poco tiempo con un álbum que dejó en la mesita auxiliar, ante mí. Le tomé y fui pasando páginas. ...
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