1. El síndrome del oso panda (2)


    Data: 22/09/2019, Categorie: Sesso di Gruppo Autore: Vero_y_Dany, Fonte: xHamster

    ... acercándonos al hotel, se encerró poco a poco en un mutismo en el que debía arrancarle cada palabra. En un momento dado, se soltó de mi brazo, y comprendí que algo había cambiado.
    
    “No, no me esperes para cenar, tengo algo que hacer”, me dijo hurtándome los ojos cuando le propuse que quedáramos. Y entró en su habitación. Eran poco más de las cinco de la tarde.
    
    Vero no atendió el teléfono tampoco esa tarde; después de tres llamadas, recordé que había ido a pasar el fin de semana con sus padres, por no quedarse sola en casa.
    
    Pedí un sándwich y una cerveza al servicio de habitaciones, y estuve haciendo zapping por todos los canales de la televisión por cable. Abrí el bloc de apuntes del curso, pero lo dejé a los pocos segundos. Intenté leer (ni había abierto en esos días el lector de libros electrónicos) pero también lo abandoné. Me metí en la ducha, y dejé correr el agua casi fría sobre mi cuerpo para que se llevara el cansancio y la frustración. Porque era así como me sentía por el desplante de Caitlyn, que no conseguía comprender. No estaba enamorado de ella, eso lo tenía muy claro, pero me gustaba su presencia, adoraba escuchar su voz profunda, y su acento. Y por la razón que fuera, que no me había explicado, se había alejado, e intuía que el lunes comería solo con John, Albert y Andrew.
    
    Por unos minutos acaricié la idea de ir a tomar una copa a alguna parte, aunque fuera solo, de modo que me vestí para salir a la calle. Y entonces escuché un repiqueteo de ...
    ... nudillos en la puerta. La abrí.
    
    Caitlyn.
    
    Se había duchado también, porque aún tenía el cabello húmedo y no llevaba una pizca de maquillaje encima. No le hacía falta. Sus labios no necesitan lápiz de labios, sus mejillas estaban encendidas como si se hubiera aplicado algo en ellas, y sus ojos verdes no precisaban ningún retoque que incrementara su belleza. Le temblaba la barbilla cuando la hice pasar a mi habitación y cerré la puerta a mi espalda.
    
    Nos quedamos en pie, frente a frente, unos segundos. Recorrí su cuerpo con la vista, y por primera vez me inundó una oleada de deseo. Sabía que no era posible, que no iba a suceder, pero la deseé casi dolorosamente.
    
    —Yo, Daniel —comenzó a decir, pero se interrumpió.
    
    Y continuamos en pie, separados por apenas un paso, mirándonos. Hasta que al fin se decidió a continuar.
    
    —Estos días contigo han sido una experiencia… —nuevo titubeo— muy agradable. Pero es mejor que no la repitamos, porque… Daniel, ambos estamos casados. Amas a tu esposa, eso se nota a las claras. Yo amo a mi marido, y aunque… —nueva pausa que duró unos segundos—. No quiero decir que te hayas comportado de modo incorrecto, al contrario, has sido el amigo que siempre deseé tener, pero es que…
    
    «Malo, malo. Me estaba diciendo lo de “te quiero solo como amigo”, y eso para un hombre es un tanto descorazonador. Sobre todo cuando tienes una erección como la que estaba experimentando»
    
    Nos miramos fijamente, y sentí como un arco eléctrico que saltaba entre los ...
«12...789...13»