1. El síndrome del oso panda (1)


    Data: 13/03/2020, Categorie: Sesso di Gruppo Autore: Vero_y_Dany, Fonte: xHamster

    ... paredes, observé el efecto de mi figura con las facciones veladas por el antifaz, y comencé a comprender por qué él había visto en mí la imagen del carnaval.
    
    Elegí el corpiño que no cubría casi nada, y me le puse, luchando con los corchetes que le cerraban en la espalda. De nuevo ante el espejo, verifiqué que mis senos aparecían más altos de lo normal, obligados por el armazón de la prenda. Mi sexo desnudo resaltaba de forma impúdica, completamente visible. Pensé que mis pequeñas braguitas de encaje negro no desentonarían con aquel atuendo, y volví a ponérmelas. Fue una especie de desafío: TENÍA que hacerle ver que no estaba dispuesta a aceptar sus órdenes… al menos no al pie de la letra.
    
    De pie ante la puerta vacilé con la mano en el pomo. Aún estaba a tiempo. Podía volver a vestirme, y salir de allí. Nunca le contaría a nadie que había estado a punto de… Me estremecí, abrí la puerta y salí al estudio.
    
    Germán me esperaba al lado de uno de aquellos lienzos de color verde, ante el que había colocado un sillón antiguo. Al verme, los pliegues de sus labios se hundieron en una sonrisa, y pude ver el brillo de sus ojos mientras me recorría con la mirada.
    
    —Estás preciosa. Ven, siéntate aquí —me solicitó, sin hacer mención al hecho de que no había seguido al pie de la letra sus instrucciones.
    
    Me senté con los muslos juntos y las rodillas ladeadas, y compuse una sonrisa. Se produjeron dos o tres fogonazos.
    
    —Cambia de postura, por favor —pidió, con el rostro medio ...
    ... oculto tras la cámara.
    
    Una pierna elevada, con el pie sobre el asiento, pero manteniendo los muslos juntos. El codo derecho en el apoyabrazos del sillón, con la mano en torno a mi barbilla.
    
    Nuevas explosiones de luz delataron que había realizado al menos dos tomas.
    
    —Otra vez —solicitó nuevamente.
    
    Durante los minutos que siguieron fui adoptando diversas posiciones. En ocasiones él no disparaba la cámara, por lo que yo cambiaba a otra diferente, pero la mayor parte de las veces sí. Finalmente, (y no sin ciertas dudas y un estremecimiento), deslicé mi trasero hacia el borde del sillón… y separé los muslos, mostrando a la cámara… y a él, la entrepierna de mis braguitas de encaje.
    
    Sentí su deseo como una presencia casi física. Y por primera vez, mientras el hombre retiraba la cámara del trípode y se tumbaba en el suelo ante mí, para captar imágenes desde abajo, pensé en lo que estaba haciendo.
    
    No me sentía mal en absoluto. El hecho de exhibirme de aquella manera no me causaba el menor sentimiento de pudor, antes bien, me enervaba. Y descubrí que el deseo era mutuo, que haría cualquier cosa que me pidiera, incluso entregarme a él sin dudarlo.
    
    Finalmente se puso en pie, y me miró directamente a los ojos.
    
    —¿De veras no has sido nunca modelo? Sería un lugar común decir que la cámara te ama, pero es la verdad. Pocas veces me he encontrado con una mujer que, sin dejar en ningún momento de ser ella, presente en cada instante al objetivo la expresión correcta, y sepa ...
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