1. El síndrome del oso panda (2)


    Data: 22/09/2019, Categorie: Sesso di Gruppo Autore: Vero_y_Dany, Fonte: xHamster

    ... cuando apareció mi Helga.
    
    —¡Ohhhh! Tenía esperranza de juntos desayunarr —dijo con un gesto de auténtica desilusión.
    
    —Lo lamento, pero como ves, ya estoy acompañado —repuse.
    
    —Oye, que si quieres, yo no tendría inconveniente en irme a otra mesa… —ofreció Caitlyn— …afortunadamente cuando la walkiria ya había vuelto grupas y se alejaba de nosotros.
    
    Le conté cómo andaba detrás de mí y no me dejaba a sol ni a sombra, y por primera vez pude escuchar su risa cristalina.
    
    —Si tú quieres —me dijo— puedo quitártela definitivamente de encima.
    
    —¿Cómo? —quise saber.
    
    —Déjalo de mi cuenta —respondió con una sonrisa enigmática.
    
    A la hora del almuerzo, nada más entrar al comedor acompañado de Caitlyn, nos dimos de bruces con “mi” Erika, Ulrike o como quiera que se llamara, que andaba oteando el horizonte, sin duda buscándome.
    
    —Espera aquí, —dijo Caitlyn en un susurro, posando levemente su mano en mi antebrazo.
    
    Se fue hacia la alemana con gesto muy serio, y estuvo hablándole en voz baja unos segundos. Mi némesis compuso un gesto avinagrado, y enrojeció hasta la raíz del cabello. Luego abrió la boca dos palmos, y así se quedó cuando Caitlyn se dirigió hacia mí bailándole la risa en los ojos.
    
    —¿Qué le has dicho? —le pregunté extrañado.
    
    De nuevo puso la mano en mi antebrazo, y se inclinó hasta que nuestras cabezas estuvieron juntas.
    
    —Qué tú errres marrrido mío, y que si volvía a verrrla a tu alrrrededor le darrría patada en gorrrdo culo.
    
    Y ya no pudo ...
    ... aguantar la risa, en la que la acompañé de buena gana.
    
    A partir de aquel momento, Caitlyn y yo lo hacíamos todo juntos (menos evidentemente meternos en la cama) La variación fue que yo le propuse esperarla en el comedor para desayunar, y accedió a ello. Asistíamos a clase en asientos contiguos, y se renovaba el agradable martirio de sus preguntas y comentarios con la cabeza junto a la mía. Juntos almorzábamos en la misma mesa con John, Albert y Andrew. Acompañados del canadiense subimos a lo alto de Empire State Building, visitamos el museo Guinness, y el jueves por la noche asistimos a un musical en Broadway. Y esa misma noche, por primera vez, accedió a cenar conmigo, aunque como no siempre las cosas son perfectas, el metepatas de Carles, de la delegación de Barcelona, se sentó con nosotros.
    
    —La única moza de buen ver del velatorio éste… ¡y te la has ligado! —me dijo Carles después de que nos despidiéramos de Caitlyn—. ¿Cómo te las apañas que siempre andas con una hembra de bandera agarrada a tu brazo? Empezando por tu esposa, que si me lo permites te diré que es una verdadera preciosidad…
    
    —Bueno, yo no tengo ninguna técnica especial —respondí—. Y no me la he ligado, que como ves, cada mochuelo a su olivo después de cenar.
    
    —Ya. ¿Y la rubia tetona con la que cenabas la otra noche? —inquirió con un gesto exagerado de lascivia.
    
    —¿Te gusta? ¿Quieres que te la presente? —le pregunté al ver aparecer a “mi” Greta por el fondo del pasillo.
    
    —Si no tienes inconveniente… ...
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